Cuando empecé a dar clases en 2022, me habían convencido de que enseñar inglés era solo enseñar inglés. Muy rápido descubrí que eso no me alcanzaba. Con adult@s, con sus historias, sus códigos y sus aspiraciones, entendí que podía ir mucho más allá: crear un espacio donde se hablara de inglés, sí, pero también de ideas, reflexiones y preguntas inesperadas. Así nació mi metodología, que hoy define al Fancyverso.

En la segunda mitad de 2022, mis primeros students fueron niñ@s y adolescentes. Como era de esperarse, esas clases estaban llenas de juegos y dinámicas aptas para su edad y conocimientos de la lengua, ligados a su etapa de la vida y a sus intereses. La cuestión es que me sentía desconectada: no porque me cayeran mal, sino porque no encontraba la manera de conectar con ell@s y disfrutar genuinamente mi tarea docente en el contexto de una escuela tradicional. Trabajé en institutos dos años y medio, y desde enero de 2023, con adult@s por mi cuenta, y la cosa fue más sencilla: mismos problemas, mismas aspiraciones, mismos códigos, y un larguísimo etcétera que me permitió pegar buena onda con tod@s y acompañar desde un lugar mucho más liviano.

Hacía con ell@s más o menos lo mismo que trabajaba en el instituto con adolescentes, pero aún así sentía que HABÍA ALGO que no estaba explorando, algo mucho más profundo. Ese algo apareció cuando decidí abrir el primer club de conversación basado en películas. A raíz de un montón de videos de personas que se habían presentado a rendir exámenes internacionales y se quedaban en blanco porque les preguntaban cosas sobre las que nunca se habían cuestionado nada, me di cuenta de que quería que mis students no pasaran por esas situaciones incomodísimas. Y si podía obligarl@s a hablar de cosas inesperadas y profundas, iba a hacerlo.

Al principio del club de conversación, que empezó en 2024, me sentí un poco incómoda porque era la primera vez que planificaba y daba clases de ese tipo. Pero confié en que, si hacía las cosas bien e iba puliendo la metodología semana a semana, no había nada que temer. Las películas me daban absolutamente todo lo que tenía ganas de exprimir, y la conversación fluía e iba y venía para todos lados.

Fue ahí cuando escuché por primera vez un comentario que se volvió a repetir unas cuantas veces más: "esto parece terapia, profe". Cada vez que lo escucho me río, porque claramente NO ES TERAPIA (para hacer terapia hay que pedir sesión con psico, como corresponde). Pero lo que siempre me agradó de ese comentario fue la idea que transmitía: la clase era profunda… muy profunda. Profunda en términos de introspección, de debate, de ideas complejas que de a poco salían al mundo y eran compartidas con otr@s.

Y ahí dije: "che, esto les copa y me copa a mí también: es por acá".

Sin embargo, también me cuestioné muchas veces si era una buena idea tomar las clases profundas como bandera del Fancyverso, porque no tod@s quieren pensar tanto: algunas personas solo quieren inglés útil, otras quieren divertirse en inglés, otr@s quieren aprobar el examen y listo, etc., etc., etc.

Sí, tal vez fue un riesgo y me cerré a cierto tipo de students, l@s que disfrutan el tipo de propuesta que brindo. Pero también entendí que si yo no disfrutaba el formato, iba a terminar siendo una tortura tanto para mis students como para mí: no hay nada peor que hacer algo que no te gusta solo por compromiso. Aun así, paradójicamente, a pesar de no enarbolar la bandera de las clases 100% divertidas, quienes conectan con las clases del Fancyverso aprenden y encima la pasan bien posta... y eso me da paz.

Es bastante difícil cuantificar y medir los avances en relación al aprendizaje de una lengua, porque es un proceso que lleva tiempo y no tod@s avanzan por igual. Pero cuando empezaron a contarme que las clases les gustaban, que esperaban ansios@s toda la semana, que se empezaban a soltar en inglés en el laburo, que se animaban a contarme el chisme de la oficina y del consorcio, sobre sus viajes y deseos, y minutos después estaban debatiendo cosas complejas como las relaciones de pareja, los desastres naturales, las crisis financieras, las expectativas ajenas sobre los propios cuerpos, los conflictos políticos entre ciertos países, los avances tecnológicos y de la ciencia, que la película no les había gustado pero que aún así valoraban todo lo que habían podido discutir gracias a eso… vi que efectivamente algo estábamos haciendo bien: ell@s por animarse y aceptar el desafío, y yo por no aflojar y seguir adelante con lo que creía que estaba bien.

No sé si todo esto me marcó, porque siempre fui muy introspectiva, pero sí me hizo abrazar muy fuerte a mi lado cinéfilo que había dejado abandonado, a mi curiosidad, a la rigurosidad con la que me gusta enseñar, al resolver problemas antes de que aparezcan: enseño pronunciación, enseño a buscar en el diccionario, enseño a pensar más allá de lo obvio, enseño a ver más allá del student's book… y, a veces, hay juegos y dinámicas más relajadas porque hay que descontracturar y no todo puede ser profundo todo el tiempo.

Mi objetivo de todos los días sigue siendo preparar a mis estudiantes para que puedan usar el inglés como se les dé la gana, porque LO DOMINAN y pueden moldearlo a su gusto y piacere. No quiero que sobrevivan en inglés, quiero que lo usen para hablar DE LA VIDA tal como hablan en español.

Con el paso del tiempo, fui adaptando las clases a las necesidades puntuales de mis students y fuimos hilando cada vez más profundo, pero siempre focalizando en lo que nos reúne semana a semana: la lengua. Siento que este es un enfoque que nos hace conectar posta. Quienes deciden entrar al Fancyverso entran a mi mundo, y mi mundo es nada más y nada menos que esto: un montón de cosas aparentemente inconexas pero en realidad todo tiene que ver con todo. Es cierto que es un poco más difícil vender la experiencia Fancyversal por no ser "comercial", sí, pero es genuina, hecha con el cora.

Si te desperté una chispita de curiosidad y ganas de pensar en otras cosas, sumate a los cursos del Fancyverso… porque, como siempre les repito a mis students: "A eso vienen, a pensar".